La necesidad de mano
de obra en los ingenios produjo una intensificación del llamado “contrato de
enganche”. Por este contrato, los hacendados recurrían a agentes que ofrecían
oportunidad de trabajo con generosas ventajas para el que lo aceptaba. El
“enganchador” ofrecía adelantos en oro físico, el indio debía aceptar un
contrato que no entendía, por ello se comprometía a trabajar a donde lo
asignen. El indio quedaba obligado por el contrato a devolver los adelantos que
obtuvo, la comisión que debía retribuir por el enganche y además “los daños que
pudiera ocasionar”. Este método es muy cruel y despiadado porque se
aprovechaban que los indios que no entendían lo que firmaban. Así con aquellos
“contratos”, el hacendado costeño logró solucionar la ausencia de mano de obra
en los campos agrícolas, los indios creían haber logrado una buena remuneración
y un plazo, que vencido, los dejaba regresar a sus tierras, habiendo acumulado
algunos ahorros. La realidad para el indígena fue otra, el enganchador
resultaba siendo su verdadero amo, que le negociaba su salario reteniéndole
diversas comisiones. La mala ración que recibía debía completarla con largas
hora de trabajo en el “tambo” de la hacienda. El “tambo” era del propio enganchador,
que se ingeniaba en habilitar el bracero quien, ignorantemente aceptaba. El
trabajador fue víctima pues de un sistema ideado de manera tal que el
trabajador nunca pudiera librarse de su contrato. Algunas veces los indios
lograban ahorrar, a pesar de los altos precios y comisiones de las que eran
cautivos, se les prohibía salir de la hacienda para poder adquirir cosas más
baratas. A los indios los llevaban a pagar el salario del trabajador con
fichas, cuya circulación solo regía en la hacienda, cuando el indio lograba
ahorrar, el pago se le hacía con vales que caducaban el fin de semana o antes.
A todo este sistema, se le sumaba un severo régimen de trabajo, con jornadas
excesivamente largas y sanciones. El Perú había tenido entonces, un gran momento
de auge en décadas anteriores, a partir de eso, se pudo colocar la producción
azucarera que se extendió notablemente. La falta de ahorro impedía mejorar las
maquinas, por eso se recurría bajar los costos vía el salario del trabajador.
Este “contrato” fue muy bueno para el Perú pero a la vez trajo épocas muy malas
para los indios. Ellos prácticamente no ganaban pero hacían que el Perú ganara.
Alex Zimmermann 10 C
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